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Este proyecto nace con la idea de respetar el terreno donde surge la obra. Un paisaje agreste y dramático, caracterizado por serie de cañones aluvionales. Los materiales son rústicos: piedra de _____ marrón, acero Corten, madera de lapacho que armonizan con los colores y texturas del lugar ‘porque lo típico que pasa es un terreno que al inicio te encanta pero después le pones una casa arriba y lo arruinas’ (Diego Montero, Diciembre 2018). El posicionamiento de la casa, hundido en el terreno como ‘un Barco encallado’ (ídem) minimiza el volumen total de la estructura vista desde la playa. El efecto es todavía más dramático en la parte de atrás: al llegar a la propiedad el perfil de la casa es casi inexistente, apenas un metro sobre el nivel terreno y no permite imaginar el volumen de la casa que se esconde detrás. Solo unas formas primitivas – enormes chimeneas de acero corten – rompen el horizonte. El proceso de entrada es gradual: una rampa lleva al patio de entrada, este patio se comunica con otro mayor y de ahí en adelante se desarrollan infinidad de salones, comedores y habitaciones. Finalmente, se revela el espacio principal en toda su magnitud. Un gran volumen con de doble altura y vistas al Océano Atlántico en los tres laterales. En los lados, enormes postigos deslizantes tamizan la luz y proveen una piel al edificio. Los jardines de la casa fueron diseñados por Juan Grimm, un renombrado paisajista chileno, y se dividen en un jardín superior, a nivel del acceso y otro inferior, al nivel de la playa. El paisajismo – como todo el resto de la arquitectura – están inspirados por el territorio circundante y tienen como objetivo respetar el terreno y fundirse con el paisaje. A la llegada, destacan unos grandes lagos curvos que contienen el agua de lluvia para detener la erosión del terreno.

Francisco Matto, Couple (1982)

En 1990 Diego Montero era un joven arquitecto porteño para quien Punta del Este había sido siempre un lugar de vacaciones y donde había empezado a hacer algunas obras dispersas desde el año 80. Casi todas pequeñísimas rusticas y elementales, pero con un sentido del lugar y del savoir vivre muy personal y característico que poco a poco fue ganando cultores y adeptos. Hoy, cuando ya hace más de 20 años desde que se instaló definitivamente con su familia en Manantiales, es prácticamente imposible hacer más de dos cuadras por esa angosta franja sobre el mar que va desde el puente de La Barra hasta Jose Ignacio sin cruzarse con alguna casa u obra suya. Y si bien es cierto que el mero aspecto cuantitativo es impresionante – desde el año 90 ha construido un promedio de entre diez y quince casas por año – tal vez sea más interesante aún el hecho de que muchas de sus obras (como el restorán Los Negros, en José Ignacio, o más reciententemente el hotel de Garzón, ambos de Francis Mallmann) hayan sido la piedra fundacional y el motor de arranque para desarrollos posteriores.
In 1990 Diego Montero was a young architect from Buenos Aires, for whom Punta del Este had always mostly a holiday destination. A place where he had built a handful of houses, with a very unique sense of place, that were slowly gathering a cult following. Now, more than 20 years after he decided to make that area his permanent residence, it's virtually impossible to walk for more than a couple of blocks, along that narrow strip between La Barra and Jose Ignacio, without bumping into one of his houses. Aside from the impressive volume of his output – he has bult an average of 10 houses a year over the last decade – it is perhaps more interesting that many of his projects (such as Los Negros restaurant, or more recently the Hotel Garzón, both for Francis Mallmann) have become stepping stones for developments to follow.

E-10 km 12

Sant Joan de Labritja

Ibiza 07810

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Costanera a la Barra s/n

El Tesoro

Maldonado 20001