DM

Daria y Mark acaban de encontrarse, sus respectivos itinerarios los han conducido a este lugar emblemático del valle de la Muerte, donde acaban de reunirse. El auto en el cual circulan atraviesa un vasto desierto de rocas minerales hasta que se pierde de vista, hasta el horizonte. Allí se detiene en lo que parece una vasta extensión sin límites. Un pequeño muro de piedra en el que un cartel indica y designa un lugar preciso: Zabriskie Point, portador de una memoria y de una historia muchas veces milenaria, la de un lago desecado que las fuerzas telúricas han diseñado a través del tiempo. Pero Mark y Daria no le prestan más que una atención distraída a las explicaciones científicas inscriptas en el cartel, que invade toda la pantalla y no les parece de ninguna utilidad, y cuyos términos científicos suenan en sus oídos como palabras bárbaras y vacías de sentido. Se quedan sólo un instante detenidos por la belleza del panorama extraordinario que se les ofrece: no han venido de visita a ese elevado lugar turístico célebre y frecuentado. Antonioni filma a continuación la conversación que se desarrolla.

Una panorámica circular le permite abarcar a la pareja cuya silueta se recorta sobre las espectaculares concreciones geológicas que se despliegan gigantescas delante de ellos; el objeto de su conversación, que oscila entre lo prosaico de un coqueteo en broma y el violento ruido del mundo dejado tras ellos (la huelga, la muerte de un joven negro por la policía), resalta sobre la pureza de ese lugar primitivo y aislado. Estos intercambios extraños, a menudo disonantes filmados en Panavisión en un universo que parece haber cambiado de escala y en el cual los personajes parecen minúsculos, suenan como una última respiración antes de un salto a lo desconocido. Mark y Daria parecen dudar y retener el aliento al borde de un nuevo mundo en el que serían, después de un caos devastador para la humanidad, los primeros humanos. Una vez que se forma la alianza, es a través de un juego de persecución que rompen permanentemente sus lazos pasados ​​y literalmente se mezclan con el paisaje lunar y prehistórico, y desaparecen, absortos en su inmensidad.

Daria and Mark have just met, their respective itineraries have led them to this emblematic place in Death Valley, where they have just met. The car in which drives through a vast desert of mineral rocks until it is lost from sight, to the horizon. There it stops in what seems like a vast, limitless expanse. A small stone wall on which a sign indicates and designates a precise place: Zabriskie Point, bearer of a memory and a history that is often thousands of years old, that of a dried up lake that telluric forces have designed over time. But Mark and Daria only pay distracted attention to the scientific explanations inscribed on the poster, which invade the entire screen and do not seem to be of any use to them, and whose scientific terms sound in their ears like barbaric and meaningless words. They are only stopped for a moment by the beauty of the extraordinary panorama that is offered to them: they have not come to visit that famous and frequented high tourist place. Antonioni then films the conversation that unfolds.

 

A circular panorama allows you to encompass the couple whose silhouette is silhouetted against the spectacular geological concretions that unfold gigantically in front of them; The object of their conversation, which oscillates between the prosaic nature of a playful flirtation and the violent noise of the world left behind them (the strike, the death of a young black man by the police), highlights the purity of that primitive and isolated place. . . These strange, often dissonant exchanges filmed in Panavision in a universe that seems to have changed scale and in which the characters seem tiny, sound like a last breath before a leap into the unknown. Mark and Daria seem to hesitate and hold their breath on the edge of a new world in which they will be, after a devastating chaos for humanity, the first humans. Once the alliance is formed, it is through a game of chase that they permanently sever their past ties and literally blend into the lunar and prehistoric landscape, and disappear, absorbed in its vastness.

ZABRISKIE POINT 

En 1990 Diego Montero era un joven arquitecto porteño para quien Punta del Este había sido siempre un lugar de vacaciones y donde había empezado a hacer algunas obras dispersas desde el año 80. Casi todas pequeñísimas rusticas y elementales, pero con un sentido del lugar y del savoir vivre muy personal y característico que poco a poco fue ganando cultores y adeptos. Hoy, cuando ya hace más de 20 años desde que se instaló definitivamente con su familia en Manantiales, es prácticamente imposible hacer más de dos cuadras por esa angosta franja sobre el mar que va desde el puente de La Barra hasta Jose Ignacio sin cruzarse con alguna casa u obra suya. Y si bien es cierto que el mero aspecto cuantitativo es impresionante – desde el año 90 ha construido un promedio de entre diez y quince casas por año – tal vez sea más interesante aún el hecho de que muchas de sus obras (como el restorán Los Negros, en José Ignacio, o más reciententemente el hotel de Garzón, ambos de Francis Mallmann) hayan sido la piedra fundacional y el motor de arranque para desarrollos posteriores.
In 1990 Diego Montero was a young architect from Buenos Aires, for whom Punta del Este had always mostly a holiday destination. A place where he had built a handful of houses, with a very unique sense of place, that were slowly gathering a cult following. Now, more than 20 years after he decided to make that area his permanent residence, it's virtually impossible to walk for more than a couple of blocks, along that narrow strip between La Barra and Jose Ignacio, without bumping into one of his houses. Aside from the impressive volume of his output – he has bult an average of 10 houses a year over the last decade – it is perhaps more interesting that many of his projects (such as Los Negros restaurant, or more recently the Hotel Garzón, both for Francis Mallmann) have become stepping stones for developments to follow.

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